No esperemos más para hacer realidad esas ideas estupendas que nos ilusionan. Resolvamos transformando lo incomprensible en certeza. Recuperémonos en lugar de rendirnos, fuera excusas, toca acción. Conectemos con nuestra voz interior tranquilizante y pongamos orden                                                    en los desastres mentales. Escuchar es de sabios y eficaz para discernir para que pensamos lo que pensamos.  De repente las cosas se tuercen y, nos quedamos solos, sintiendo que nos odian pero sabiendo que nos quieren y les importa lo que pensamos de ellos. Una situación puede ser muy dura, incluso muy cruel y no lo queremos compartir con nadie por no disgustarlos, y buscamos ese rincón bien escondido donde está el amor esperanzador. ¿Y si ignoramos lo que sentimos y recordamos los buenos momentos vividos,  apreciando la poesía que nos llenó? Las cosas pasan y son reales pero, en un segundo todo puede cambiar.                                                                                                      No personalicemos lo que pasa, no tiene que ver con nosotros el 90% de las veces. Solemos proyectar nuestros desastres en los demás, por supuesto, de manera inconsciente. Todos esos sentimientos que afloran:  exclusión, vergüenza, confusión, estrés… nos debilitan, nos llenan de miedo y nos sentimos vulnerables; entramos en una impotencia que nos lleva hacia el fondo sin poder hacer nada, porque nada tiene que ver con nosotros. Necesitamos que nos quieras y acepten como somos pero no podemos cambiar el mundo ni a los demás, pero sí a nosotros responsabilizándonos de cómo nos afecta  y procesarlo. La vida no se detiene pero podemos adaptarnos a lo que surge, porque la realidad es que somos increíbles enfrentando y resolviendo problemas, convirtiéndonos en expertos practicando  con prudencia y reconocimiento  nuestro hacer. Así vemos todo muy distinto y se convierte en importante encontrar un sitio lleno de vida y descubrir el significado de nuestra existencia. Elsa Barber

 

 

Llámanos