A lo largo de la vida creamos diferentes relaciones, con diferentes personas. Todas están fundamentadas por el amor o la falta de él. Hay relaciones intensas que, ¿nos agobian? Cuando mi madre murió, fue tan grande el dolor que sentí que hice un duro decreto: no quiero que nadie me quiera para que no pase por esta tortura el día en que yo muera. Pero es mucho más cruel vivir sin ser amado. Hoy, ahora y por medio de este mensaje rompo este decreto extremadamente malvado y lo sustituyo por este otro: quiero amar y ser amada con todos los tipos de amor que pueden existir y saber gestionar cada uno de ellos. Sí, es un suplicio perder a un ser querido, pero es mayor la tortura de una vida sin amor. También son angustiosas las rupturas. Hay personas que te quieren y desean cuidarte y que seas feliz pero, lo hacen a su manera, que no es la tuya. Te enfadas y cortas por lo sano. Pero hay amor y te pesa perderlo. La mayoría de las veces es una solución que tomamos porque no sabemos gestionarlo, no sabemos poner límites con amor, comunicando y escuchando, conociendo los deseos y las necesidades del otro, aplicando el respeto a la diferencia y la tolerancia hasta encontrar esa igualdad que sosiega y deleita hasta la solución, siempre hacia el desenredo. Entre las diferentes relaciones de amor que deseamos se encuentra la de la pareja; una de las relaciones duraderas más codiciadas que existen: dos personas que deciden comprometerse consigo mismo y con el otro, la mayoría de las veces, para crear una familia y un hogar. Así como las cigüeñas hacen sus grandes nidos, rama a rama, laboriosamente con paciencia y dedicación, así se forma un hogar. Cada palo es una faceta del amor: comunicación de almas, amistad, respeto, deseo de felicidad mutua, apoyo, mirar hacia delante con proyectos comunes, libertad, aceptación del otro como es sin querer cambiarlo, queriendo ser mejores y mas capaces para fomentar la felicidad del otro desde nuestra propia felicidad… Y llevar cada día a ese hogar-nido lo necesario para el crecimiento y nutrición que el hogar necesita para seguir vivo. Amar incondicionalmente por lo que el otro o los otros son; amor condicional por lo que el otro o los otros hacen. Lo que se hace es, lo que aviva el fuego o lo apaga. Elsa Barber