Queremos evolucionar pero las creencias nos coartan; queremos progresar como individuos (personas) pero caemos en el individualismo (egoísmo). Abusamos de las etiquetas encasillando, sin cuestionarnos la posibilidad de sus diversos significados, y erramos. ¿Cómo podemos usar la etiqueta creyente? Yo me considero creyente de algunas cosas y no de otras, incluso en aquellas en las que me considero creyente no es de la misma forma en que suele aplicarse. Mis hijos creen que yo soy creyente tipo católica, apostólica y romana. y quien no se considera así se autodenomina, no creyente. Yo creo en un todo por encima de los seres humanos; soy espiritual porque lo he descubierto en mí y profundizo en ella cada momento, cada día, cambiando con frecuencia la forma y manera de lo que creo. Respeto todas las religiones cuando ayudan y profundizan en la espiritualidad y no creo en ninguna cuando se meten en la moral, creo que no es lo que les corresponde. ¿Soy creyente o no soy creyente?. Desde luego no soy lo que mis hijos piensan sobre mis creencias espirituales y/o religiosas, en las que me encasillan. Todas las religiones coinciden en un Todo superior y en su manera de entenderlo; un mismo fondo, una forma diferente de explicarlo, interpretarlo y practicarlo. Los seres humanos compartimos un inconsciente colectivo que nos mantiene unidos y en comunicación constante, que crea un fondo de igualdad y conexión. Cada individuo necesita creencias en su desarrollo, creencias cuestionables, abiertas y cambiantes. Esa persona que me dice no ser creyente y que me ha ayudado a hacerme esta reflexión, para mí es de las mas “creyentes” que conozco. Tiene muchos valores espirituales humanos en alto grado y vive de forma coherente con ellos. No considerándolas creencias, yo las considero vivencias, espiritualidad. Llego a entender la diferencia entre creencia y creyente con naturaleza espiritual humana desde la que fluyen valores incuestionables con naturalidad, practicando y profundizando para llegar a la certeza. Creo que los niños en su educación, en su crecer con seguridad, necesitan se les enseñen límites y normas, que no sean barreras, si referencia desde las que partir, sin castigos y con respeto, abiertas a, en su desarrollo y madurez, poder cuestionarlas y cambiarlas si así lo deciden. Y las sigan cambiando y vuelta a cambiar y mantener una mente abierta, sabiendo que pueden destruir y construir para madurar como seres humanos de calidad. Las creencias flexibles y abiertas nos ayudan a caminar por la senda de la vida. Los prejuicios que etiquetan son cerrados y combativos y nos desvían de la vereda hacia el saber y conocer del ser humano que existe, que vive. Encasillar es la mayor fuente de problemas y prejuicios bloqueantes. Elsa Barber