Todos conocemos a Cupido, dios del amor, y cómo lanza sus flechas uniendo dos corazones .

 

Pero hoy quiero hablar del Cupido que une con sus flechas de amor, corazón con personaje; el que dirige con el que actúa.    Pasamos la vida dándole vueltas a la cabeza, actuando desconectados, y Cupido nos ayuda lanzando sus flechas para que aprendamos a actuar unidos, siendo uno, nosotros mismo. Cuando lo conseguimos, la actuación es brillante. Imaginemos cómo nos desenvolvemos aunque suceda algo que no soportamos, que no entendemos, que improvisamos queriendo ser libres y volar, saliendo de un destino miserable. Mantengamos la esperanza viva mientras aprendemos cómo lograrlo. Dejémonos enseñar por el experto, seducir por sus atractivos, guiar por sus criterios, estimar su valoración de nosotros, su aportación de mayor perspicacia, comprensión y actitud de amor y afecto. Entonces un nuevo día amanece, enamorados confiando en conquistar  y cambiar todo lo que queremos.

  ¡¡¡Cómo nos seduce poder ser tocados por esas flechas!!!. Pero la mente enseguida nos juzga como arrogantes y nos hace creer que hemos sido abandonados; pero la vida, pese a la labor de nuestra mente sin educar, nos va destapando los placeres a disfrutar, las posibilidades y oportunidades que nos lo facilitan, minorizando el temor e inseguridades y aumentando las alegrías y regocijos. En ese momento,  la belleza de estos vestigios nos atrae y no queremos esperar más. Comenzamos creando momentos lindos que nos presidirán por nuestro propio camino. Camino que evitábamos por miedo a perder la libertad, por considerarlo inadecuado,  triste,  sin marcha atrás. Créeme, sí la hay pero no la querremos. Elsa Barber

   

Llámanos