Cuando uno de nuestros  sueños se hace realidad, nos sentimos felices, contentos, llenos de júbilo, rematadamente motivados, capaces de comernos el mundo, en cuerpo y alma impresionados, conscientes de nuestro poder personal, confiando en nuestro instinto e intuición; queremos gritar a los cuatro vientos, que nuestra voz se oiga alto y claro por doquier, dar lo mejor de nosotros mismos, ser sinceros y atrevidos, fuertes y creativos. No podemos creer que nos esté pasando y aparecen muchas cosas que nos asustan: exteriorizar nuestros verdaderos sentimientos,  sumar nuestras curiosidades y lo que capta nuestro interés, compartir nuestros descubrimientos, dejar brotar lo que vamos descubriendo dentro.  Callemos al diablillo  que nos boicotea experimentar y observar lo que elegimos. Está bien no estar bien, sentirnos incómodos  al exponernos. Seamos valientes y cometamos “locuras”, involucrémonos con entusiasmo aderezado de humor.                                   Nadie triunfa escondiéndose. No importa el tiempo que pasa ni los cambios que suceden si continuamos ahí, buscando lo que necesitamos, aprendiendo a realizar nuestros sueños, gozando las aventuras, saboreando el enamoramiento, cometiendo errores y enmendándolos, comprometiéndonos a triunfar con pasión y perseverando. Emprendamos el reto hacia nuestro mejor yo, lo importante del camino es  caminarlo implicados, usando nuestra propia fuerza y eficiencia, combinando prudencia y riesgo, superando obstáculos, yendo por lo que queremos, usando lo que necesitamos, desvelando lo increíbles y únicos que somos, averiguando que estamos capacitados y preparados.                                                         Camina, observa, escucha, vive el momento y avanza paso a paso, sin prisas, sin expectativas. Elsa Barber

   

Llámanos