Me he preguntado muchas veces por qué es tan fácil que te crean cuando mientes y tan difícil cuando dices la verdad. ¿Por qué tienen tanto poder  de credibilidad los mentirosos?.                                                                                                    Son personas que nos dicen lo que queremos oír, nos  lo pintan todo muy fácil y bonito; refuerzan nuestros sueños, la realidad va a ser como nos gusta, creemos  el mundo que nos cuentan, como existe en nuestra fantasía; todo está bajo un buen control, no habrán cambios a peor que asustan, todo lo desarrollan según el plan, el que nos venden  y  nos convencen  de que es nuestro plan y,  lo creemos y lo defendemos como si la vida nos fuera en ello. Todo es responsabilidad del otro y nosotros tenemos derecho a todo por existir simplemente. Nada de trabajos y esfuerzos, todo ayuda y beneficios.

Cuando alguien nos dice la verdad, no queremos oírlo: lo criticamos, lo juzgamos negativamente, tratamos de darle donde más le duele. Si nos dice se prudente, estamos equivocados, no vamos por buen camino, avanza con pies de plomo, siempre respetándonos. La verdad nos duele porque al oírlo podemos sentirnos frustrados, vulnerables, despierta emociones molestas; nos sacan de nuestra zona de confort; nos recuerdan que las cosas no son siempre lo que parecen; que aprendamos a escuchar nuestro cuerpo, nuestro corazón, nuestra intuición, nuestra alma, nuestro ser.

Pero al tiempo nos encontramos con la dureza  y la amargura del despertar–, La mentira que nos entró fácil se transforman en un verdadero y gran dolor y nos  encontramos debilitamos porque regalamos nuestro poder. Sufrimos las consecuencias de sus mentiras, consecuencias que duelen, hieren. Pero aunque las malas consecuencias nos abran los ojos, los cerramos de nuevo, queremos seguir creyendo las mentiras, nos tienen atrapados y encasillados porque no queremos esa realidad. Nos han quitado lo que nos pertenece, conseguido muchas veces con esfuerzos, trabajos y privaciones. Pero claro, creen que es más fácil robarlo que obtenerlo por sí mismo, sin sudar la frente; y son personas avariciosas cuya codicia no tiene limites y siguen mintiendo y perfeccionando su mundo de mentiras. Y su codicia crece porque obtienen lo que roban pero están vacíos. Vacíos  de felicidad y de la satisfacción que proporciona lograrlo.

                     La verdad puede parecer difícil, caótica pero al final sentimos la felicidad de la superación, del éxito conseguido, de los sueños logrados, de los retos superados, de la libertad de vivir como yo quiero, de conocer que somos capaces, que tenemos virtudes, valores y grandes capacidades  y aprendemos a no tener miedo porque nos sentimos valiosos y preparados para hacer frente a lo que sea. Empieza una nueva vida con la verdad, vive y cree en ti. Así lograremos el mundo que queremos. Elsa Barber

 

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